📂Pus, humedad y estilo

📚 LAS NOVELAS COMO ÓRGANOS SUPURADOS

TRILOGÍA DE LA MÚSICA
i.Rock (2014): epopeya noise sobre bandas musicales, corrupción cultural y concursos apocalípticos.

ii.Electrónica (2015): rave filosófica institucional entre cables, drogas de diseño y sonidos glitch tropicales.

iii.Folklore (inédita, 2020): una disección del folclore argentino como dispositivo estatal de control y chantaje.



TRILOGÍA DE LA DESINFECCIÓN FALLIDA
i. Pescado podrido (inédita, 2016): viaje multisonoro entre cumbia mutante, viajes temporales y editorialismo amateur al borde del colapso.

ii. No hay lugar para fracasados (inédita, 2016): sátira institucional alucinada, entre machetes, pautas y linchamientos culturales.

iii. Reality (inédita, 2025): la democracia como reality show: política, muerte y deseo bajo cámaras encendidas.



TRILOGÍA DE LA MAZORCA
i.Sabemos quién mató a Nisman (2015): thriller paranoico, informe espectral y pieza de agitación metafísica.

ii.Putin vencerá (2022): geopolítica como delirio místico narrado desde un call center del fin del mundo.

iii. Punto Jonbar (2022): divergencias temporales, clones políticos y poesía barrial como arma.



Culo Tropic Affaire (2025): ópera-orgia interdimensional entre mutantes anales siderales, filosofía carnavalera y metafísica pornocosmogónica.



Donde duermen los gorilas (2018): cuentos tropicales weird donde androides, travestis y funcionarios cucarachas comparten una patria disfuncional y hermosa.



Ciudad Espectral (2011): los muertos regresan con olor a formol y trámite pendiente. Funes, un escritor en crisis, se ve arrastrado por un cirujano espectral y un diputado ambicioso en una ciudad donde la política, la necromancia y la literatura compiten por el poder. Morir ya no alcanza.



Mary Elizabeth SuperStar (2020): es un artefacto narrativo errático y poderoso: mezcla de fan fiction litoraleño, ciencia ficción arrabalera, homenaje pop y exorcismo tropical. Un viaje sin brújula ni red, donde Hollywood se derrite sobre el asfalto chaqueño, y el amor es una enfermedad que se transmite por la escritura.

🦠 ESTÉTICA DEL PUS TROPICAL

🧠 TEORÍA DEL FRACASO COMO MÉTODO
🎤 POLÍTICA, SONIDO Y ESTILO COMO GUERRA DE GUERRILLAS
🔥 ¿MOVIMIENTO? ¿INFECCIÓN? ¿MANCHA RADIACTIVA?
Por Melina Beldarraín


Mary Elizabeth SuperStar es un artefacto narrativo errático y poderoso: mezcla de fan fiction litoraleño, ciencia ficción arrabalera, homenaje pop y exorcismo tropical. Un viaje sin brújula ni red, donde Hollywood se derrite sobre el asfalto chaqueño, y el amor es una enfermedad que se transmite por la escritura. En la Primera Parte, el narrador—a mitad de camino entre crítico cinéfilo de barrio y fanático terminal—declama su amor eterno por Mary Elizabeth Winstead, esa actriz que sabe encarnar el terror y la ciencia ficción como quien lame vidrio roto. La lista es interminable: The ThingCloverfield 10FaultsScott Pilgrim, y un largo etcétera donde se mezcla su filmografía con la libido retorcida del autor. Lo que parece un artículo cinéfilo es en realidad un testamento electro-pop sobre el colapso del deseo en los márgenes del Chaco contemporáneo. La Segunda Parte estalla sin aviso como una granada oxidada: Mary Elizabeth cae desde un pliegue del espacio-tiempo directo en Subtrópico Profundo, un territorio quebrado por la distorsión térmica, el barro ácido y la violencia política. Es rescatada de una purga, escoltada por un escritor lumpen llamado Funes y enviada a una misión de sangre, memoria y exterminio. Acá ya no es actriz: es guerrera cyberpunk, una Juana de Arco viral, vestida con jeans cortados, Raybans inteligentes y un machete de cuero de carpincho. La Tercera Parte es un balazo de despedida: una carta suicida desde el corazón mutado de Funes, escritor cronista de una pasión imposible. Le escribe a Mary. ¿A la real o a la que está allá en Beverly Hills, o a la otra, la que se perdió en las calles de Crematus con una tumbera en la mano y fuego en los ojos?

Resistencia dejó de ser ciudad para convertirse en síntoma. Los muertos —funcionarios, poetas, tías— están volviendo. No en forma de mito: vuelven en carne, olor y trámite pendiente. Caminan por la peatonal con la piel rota, exigen jubilaciones, y cantan zambas al revés. Nadie sabe si vinieron a vengarse o a votar. En el centro del espanto está Fernando Funes, escritor en crisis crónica, que una mañana se despierta con olor a formol y una novela inconclusa clavada en el pecho. Lo acecha el Doctor Julio Cecilio Perrando, cirujano espectral y barón sanitario del más allá, obsesionado con recuperar el control del cuerpo urbano como si fuera un cadáver a intervenir. Junto a ellos, Mauricio Ferro, diputado young & peronista, busca surfear el Apocalipsis zombi montado en una estrategia electoral que combina exorcismo con pauta cultural. Entre pasacalles que dicen “VIVA EL MUERTO”, hospitales convertidos en templos, radios infestadas de murmullos y prostíbulos místicos, Ciudad Espectral narra el fin de la muerte como idea de orden. ¿Y si morirse fuera solo una forma nueva de estar en campaña? ¿Y si el alma fuera un expediente que vuelve en loop a buscar su firma final? Una novela húmeda, podrida, filosófica y profundamente política, donde la ciudad no es escenario: es cuerpo vivo, infectado, y militante.

Reality no es una novela: es un circuito cerrado donde la literatura muere una y otra vez en cámara lenta. Un experimento de vigilancia simbólica donde escritores fracasados —sobras sensibles del canon— son arrojados al ojo húmedo del espectáculo. ¿La consigna? Que se traicionen. Que se exhiban. Que sangren.

Cada capítulo tiene el olor de un baño público después de un festival. Hay barro, carne, sátira, dispositivos y superstición. Pero sobre todo: hay pulsión. Escribir acá es como tirarse en un charco con una radio prendida y ver qué dice la frecuencia del dolor. El reality es la casa. Pero también el espejo. Y también la lápida.

Si queda algo después de Reality, no es una moraleja, sino un temblor.