En un rincón sudado del norte argentino, lejos del canon porteño, en el corazón geopsíquico del Chaco, se está gestando desde hace años una de las aventuras literarias más arriesgadas, mutantes y políticamente corrosivas del continente: el Universo Literario Tropical de Ae Germys y G. Moussa.
Estos dos autores no escriben novelas. Escriben mutaciones narrativas que mezclan ciencia ficción, realismo sucio litoraleño, weird criollo, sátira política, filosofía pop, folklore intervenido y crítica institucional encubierta en panfleto pulp.
Lo hacen desde un territorio olvidado —la zona subtropical donde las palabras se descomponen con dignidad— y lo hacen con una voz que sangra, baila y escupe sin pedir permiso.
📚 LAS NOVELAS COMO ÓRGANOS SUPURADOS
El ciclo completo —disponible acá en descarga gratuita— incluye:














TRILOGÍA DE LA MÚSICA
i.Rock (2014): epopeya noise sobre bandas musicales, corrupción cultural y concursos apocalípticos.
ii.Electrónica (2015): rave filosófica institucional entre cables, drogas de diseño y sonidos glitch tropicales.
iii.Folklore (inédita, 2020): una disección del folclore argentino como dispositivo estatal de control y chantaje.
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TRILOGÍA DE LA DESINFECCIÓN FALLIDA
i. Pescado podrido (inédita, 2016): viaje multisonoro entre cumbia mutante, viajes temporales y editorialismo amateur al borde del colapso.
ii. No hay lugar para fracasados (inédita, 2016): sátira institucional alucinada, entre machetes, pautas y linchamientos culturales.
iii. Reality (inédita, 2025): la democracia como reality show: política, muerte y deseo bajo cámaras encendidas.
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TRILOGÍA DE LA MAZORCA
i.Sabemos quién mató a Nisman (2015): thriller paranoico, informe espectral y pieza de agitación metafísica.
ii.Putin vencerá (2022): geopolítica como delirio místico narrado desde un call center del fin del mundo.
iii. Punto Jonbar (2022): divergencias temporales, clones políticos y poesía barrial como arma.
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Culo Tropic Affaire (2025): ópera-orgia interdimensional entre mutantes anales siderales, filosofía carnavalera y metafísica pornocosmogónica.
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Donde duermen los gorilas (2018): cuentos tropicales weird donde androides, travestis y funcionarios cucarachas comparten una patria disfuncional y hermosa.
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Ciudad Espectral (2011): los muertos regresan con olor a formol y trámite pendiente. Funes, un escritor en crisis, se ve arrastrado por un cirujano espectral y un diputado ambicioso en una ciudad donde la política, la necromancia y la literatura compiten por el poder. Morir ya no alcanza.
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Mary Elizabeth SuperStar (2020): es un artefacto narrativo errático y poderoso: mezcla de fan fiction litoraleño, ciencia ficción arrabalera, homenaje pop y exorcismo tropical. Un viaje sin brújula ni red, donde Hollywood se derrite sobre el asfalto chaqueño, y el amor es una enfermedad que se transmite por la escritura.
Cada obra es parte de un corpus narrativo-panfletario donde los personajes —Funes, Litter, Filosobko, Solimano, Lampernatti, Rebenque Carranda, entre muchos otros— se repiten, se reescriben, mueren y reaparecen como zombis lúcidos, asesores culturales, DJs, mártires administrativos o santos apócrifos. El tiempo narrativo es un loop roto. La literatura, un virus que se resiste al archivo.
🦠 ESTÉTICA DEL PUS TROPICAL
Este universo tiene una estética infectada, orgullosa de su condición marginal:
- Tropicalismo podrido: humedad como atmósfera ontológica. Todo transpira: edificios, personajes, frases.
- Lenguaje glitcheado: narradores barrocos, frases largas como cuchillos oxidados, referencias cruzadas entre Ramón Ayala, Aphex Twin y Derrida.
- Institucionalismo grotesco: todo está mediado por lo estatal —ya sea desde la AFIP, la Secretaría de Cultura o un festival de bandas truchas sponsoreado por gaseosa—.
- Ficción postperonista: más allá de cualquier bandera, el Estado es un muerto vivo que te financia, te traiciona y te sodomiza con amor intermitente.
- Tecnología low-fi mística: las máquinas del tiempo están hechas con consolas de DJ, parlantes rotos y espiritismo digital.
- Autoficción suicida: los narradores son autores fracasados que narran su fracaso como forma de militancia estética.
🧠 TEORÍA DEL FRACASO COMO MÉTODO
En este universo, fracasar es la forma más honesta de escribir. No hay premios, ni éxito comercial, ni marketing posible. Solo hay convicción: Si la literatura sobrevive, lo hará como residuo radioactivo, como performance sin público, como panfleto quemado en una feria de barrio, como libro leído por fantasmas.
🎤 POLÍTICA, SONIDO Y ESTILO COMO GUERRA DE GUERRILLAS
La música atraviesa estas novelas como un rayo: el Campo Sonoro Perturbador, las sesiones de electrónica institucional, las bandas noise corruptas, los remixes del relato oficial. La música es máquina de guerra, de viaje, de reescritura del tiempo histórico.
Leer estas novelas es meter la cabeza en un parlante roto que vomita folklore podrido, filosofía montonera reciclada, beats distorsionados y archivos Word robados de una dependencia pública.
🔥 ¿MOVIMIENTO? ¿INFECCIÓN? ¿MANCHA RADIACTIVA?
El universo literario tropical no es un movimiento. Es una mancha de humedad que crece desde el subsuelo. No busca entrar al canon: busca arruinarlo. Infectarlo con risas, barro, pus, sonido, dolor, y verdad política sucia.
En tiempos de literatura pasteurizada, esta es una carta bacteriana de amor.
Escrita desde el monte.
Con vino caliente.
Con lágrimas de AFIP.
Con la playlist equivocada.
Y con una cita de Lyotard al margen de una boleta de luz impaga.
Literatura que suda por los bordes
He leído todas las novelas del universo literario tropical. Me interné en su pantano narrativo como quien se mete a una zanja electrificada con un libro de Nietzsche y un termo con vino. Salí con fiebre. Y agradecida.
Estas novelas no se leen. Te leen. Te huelen. Te desechan si no transpirás lo suficiente. Te buscan las costras ideológicas, los forúnculos del ego, los sueños envenenados de gloria narrativa. Acá no hay “novelistas”. Hay organismos que escriben como quien sobrevive a un estado.
El universo de Ae Germys y G. Moussa es un sistema de obras que se muerden entre sí. Que se reciclan como basura institucional, como carpeta de Word reenviada diez veces por asesores culturales que jamás leyeron nada pero igual cobran.
Lo que hay en Rock, Electrónica y Folklore es la guerra sonora del alma. Lo que hay en Pescado Podrido y Punto Jonbar es un intento desgarrado por darle sentido a la fractura temporal del país. En No hay lugar para fracasados, Reality, Donde duermen los gorilas y Sabemos quién mató a Nisman está la mugre convertida en estética, el barro convertido en arma blanca. Y en PVTIN VENCERÁ y Culo Tropic Affaire se da el lujo de convertir lo geopolítico en delirio erótico, lo institucional en excrecencia mística.
No es que inventaron un estilo. Lo que hicieron fue tomar la literatura como si fuera una performance de calle cortada. Lo que hacen es escribir como si estuvieran drogades en una oficina del Estado a las tres de la mañana. Y tienen razón.
Yo no sé si esto es un movimiento, un virus, una broma cósmica o un archivo vivo. Pero sé lo siguiente:
📎 Nadie más está escribiendo con este nivel de fiebre.
📎 Nadie más convierte el fracaso en método, la humedad en estética y la paranoia en recurso literario legítimo.
📎 Nadie más convierte el desmadre cultural en una coreografía lírica que mezcla cumbia, glitch, PDF adulterado y filosofía barrial.
Si me preguntan qué es la literatura tropical, respondo así:
Es el cuerpo escrito de una patria enferma, que todavía tiene ritmo, lengua, culo y algo parecido al amor.
Gracias por la fiebre, tropicales.
Las portadas fueron creadas con inteligencia artificial.
Sí, son pulp, raras, excesivas, sudadas.
Como nuestras novelas.
No es diseño de lujo:
Es marketing tropical.
Atado con alambre.
Hecho para visibilizar el fracaso con estilo.
Adentro, las maquetaciones son originales y únicas.
Primera edición.
Sin corrección gourmet ni premios de diseño.
Solo narrativa pura, húmeda y deformada.
Así recauchutamos el universo literario tropical:
con IA, con Word y con fiebre.
Lo importante es que las podés descargar gratis, gil.

En el fondo sudoroso del certamen “Banda Pepsi Cola del Año”, mientras las luces se queman y los sponsors chorrean poder corrupto, Los Cenobitas preparan su venganza sónico-política. Funes y Litter —ex escritores devenidos noise, ex militantes devenidos plagiadores seriales de su propia leyenda— enfrentan al aparato cultural desde un escenario podrido, con una guitarra de una sola cuerda y un campo sonoro perturbador capaz de reventar tímpanos y sentidos comunes. Rock es una épica barrial distorsionada, donde las bandas compiten con machetes, los jurados son punteros culturales, y la música no es expresión: es guerra. Con participación especial de Materia Fecal, Los Lamisiles, Las Maryshelley y Flequillo Tremebundo, la novela atraviesa el delirio de la escena musical chaqueña como si fuera una misa noise donde se mezclan Aphex Twin, folklore digitalizado y conspiraciones de gobierno. Entre estadios con olor a Raid, DJs quemados, orgías de micrófonos y sets interrumpidos por atentados simbólicos, Rock ofrece lo que pocos se animan: una poética del fracaso amplificado. Porque el verdadero underground ya no toca en bares: milita en tribunales de cuentas y archivos .wav intervenidos.

En los márgenes del Chaco institucional, DJs devenidos burócratas, asesores culturales transmutados en predicadores glitch, y fiestas electrónicas financiadas por organismos estatales arman una rave infinita donde se mezclan Prince, Aphex Twin y la Dirección de Cultura. Electrónica es un thriller sintético y filosófico donde el beat es doctrina, el amor se codifica en presets y las pistas de baile se convierten en templos del colapso. Lampernatti y Solimano operan consolas como si fueran armas y declaran la guerra contra el sentido desde una fiesta patrocinada por el Ministerio de Felicidad Pública. Un viaje alucinado por la distopía tropical donde todo suena, todo suda, y todo arde en 128 bpm.

Un bombista sudado, una amenaza de chantaje, una Secretaría de Cultura infestada de moho institucional: en Folklore, la música popular se convierte en arma, en coartada, en herramienta de disciplinamiento estético. Rebenque Carranda, prócer del bombo legüero y funcionario podrido, exige triscientas lucas para callar una verdad que nadie pidió. Mientras tanto, Gallordomo, tecnócrata tropical y gestor de lo inútil, intenta sostener una gestión cultural en ruinas, rodeado de ñoquis, poetas pagos, cuevas de arte y fantasmas peronistas. Folklore es la última entrega de la Trilogía de la Música, una novela-parodia de la patria simbólica, donde los bombos suenan como advertencia y la tradición se vuelve chantaje con micrófono

Una consola casera, una playlist chamánica, un error en el espacio-tiempo: así empieza el viaje de Funes y Litter a través del delirio sónico subtropical. El Campo Sonoro Perturbador los lanza a una guerra entre ritmos, instituciones podridas y recuerdos que no son suyos. Pescado Podrido es una novela de viajes temporales activados por cumbia mutante, donde los archivos de cultura se abren como portales, los festivales son dispositivos de control, y la identidad es un loop glitch con olor a río estancado. Entre vinilos rayados, traiciones editoriales y revelaciones lisérgicas, esta novela-panfleto es un manifiesto de audio y pus, para ser leído con auriculares rotos y fiebre tropical.

Juan José Gutiérrez Irala quiere quedar en la Historia. Para eso contrata a Basura, escritor mercenario, drogón lúcido y cronista de la decadencia, para que le escriba su biografía heroica mientras el Chaco se prende fuego entre discursos huecos, pactos espurios y linchamientos culturales. No hay lugar para fracasados es un western institucional en clave tropical, donde los personajes sudan relatos falsos, viajan en autos ploteados con sus propias caras y sobreviven a fuerza de pauta, machete y cinismo. Una novela de traiciones, panfletos, radios incendiadas y funcionarios muertos que siguen cobrando. Literatura al borde del colapso narrativo, escrita desde adentro del aparato y contra él.

Un gobernador goriloide que gobierna desde el aire. Travestis en busca de justicia post-electoral. Funcionarios-cucaracha, poetas del corralito y androides en huelga simbólica. Donde duermen los gorilas es una colección de cuentos que cruzan ciencia ficción sudaca, realismo del conurbano del alma y sátira política anfibia. En esta fauna narrativa, la especie en extinción es la sensibilidad, y lo que queda se organiza en cuerpos raros, gestos rotos y discursos reciclados. Cada cuento es un manifiesto deforme, una fábula enferma que revela la arquitectura simbólica de un país gobernado por hologramas, féretros culturales y consignas impresas en licitaciones truchas. Crudo, brillante, fallado: este libro no duerme. Espera.

Una mutación anal sideral sacude la región. Culos cósmicos, sectas institucionales, ex legisladores travestidos en profetas, orgías rituales, enjambres parlantes y conspiraciones licuadas en feromonas. En este paisaje sudoroso y metafísico, Funes y Filosobko viajan en un Renault 12 por un mundo colapsado, entre ruinas, geopolítica tropical y placeres interdimensionales. Culo Tropic Affaire es una novela delirante y radical, donde el cuerpo es portal, el deseo es teología, y el poder se reconfigura en clave erótica y absurda. Lo político, lo religioso y lo pornográfico se mezclan en un carnaval anfibio sin redención. Una ópera-orgia de ciencia ficción litoraleña. Un thriller existencial con final de distopía sudaca. Una novela para leer con los sentidos abiertos y los pantalones húmedos.

Una radio ilegal, dos escritores paranoicos, una consola rota y una transmisión que nadie pidió. En el fondo de una noche tropical, Funes y Litter activan una campaña místico-política que atraviesa el éter, los archivos clasificados y el sistema nervioso de la patria. Lo que empieza como un delirio radial termina convertido en profecía institucional: Pvtin vencerá. En este remix de geopolítica delirante, drogas de diseño, inteligencia artificial descompuesta y simbolismo soviético mutante, la novela atraviesa la línea entre teoría conspirativa, intervención divina y teatro tropical del absurdo. PVTIN VENCERÁ es un panfleto sónico, una sátira radioactiva, una ópera lisérgico-política con aroma a Raid y neon rojo. Nadie sabe quién gana, pero todos sudan.

Un cadáver, miles de versiones, y una sola verdad: la ficción. En una Resistencia calurosa y enrarecida, dos escritores —Germignani y Moussa— reciben una misión imposible: escribir la novela definitiva sobre Nisman. Lo que descubren no es una hipótesis, sino una red de espectros, medios colapsados, funcionarios en trance y agencias de inteligencia que escriben en Word 2003. Sabemos quién mató a Nisman no busca resolver «un crimen»: lo redobla, lo reescribe, lo convierte en mito pop sudamericano. Entre cafés rotos, editores fantasmas, discursos cruzados y alucinaciones con George Michael, esta novela es una crónica paranoica narrada por dos profetas fallidos del litoraleño profundo. Un thriller de escritorio, un retrato mutante del periodismo del fin del mundo y una carcajada barroca frente al abismo nacional.

En una Argentina paralela donde la historia se bifurca como un río envenenado, dos líneas de tiempo compiten por el sentido. ¿Y si Aramburu no moría? ¿Y si los 70 eran hoy? ¿Y si el peronismo fuera un virus informático capaz de infectar el presente desde un disquete maldito? Punto Jonbar es un thriller metafísico donde la militancia es una forma de glitch, y el revisionismo histórico se convierte en una guerra de clones, hologramas y símbolos alterados. Magneto, un millonario lisiado, atraviesa los pliegues del tiempo para corregir su pasado; Mafe Walker canaliza la lengua de los ángeles algoritmizados; y un juicio improbable intenta reescribir el atentado fundacional de la patria reciente. Entre proyecciones de Evita, listas negras impresas en braille y máquinas del tiempo que funcionan con fragmentos de discursos peronistas, esta novela despliega una estética barroca, política y vertiginosa. Un relato donde la memoria es una interfaz defectuosa y la única certeza es que la historia, en este país, siempre sucede dos veces: primero como tragedia, después como PDF manipulado.

Mary Elizabeth SuperStar es un artefacto narrativo errático y poderoso: mezcla de fan fiction litoraleño, ciencia ficción arrabalera, homenaje pop y exorcismo tropical. Un viaje sin brújula ni red, donde Hollywood se derrite sobre el asfalto chaqueño, y el amor es una enfermedad que se transmite por la escritura. En la Primera Parte, el narrador—a mitad de camino entre crítico cinéfilo de barrio y fanático terminal—declama su amor eterno por Mary Elizabeth Winstead, esa actriz que sabe encarnar el terror y la ciencia ficción como quien lame vidrio roto. La lista es interminable: The Thing, Cloverfield 10, Faults, Scott Pilgrim, y un largo etcétera donde se mezcla su filmografía con la libido retorcida del autor. Lo que parece un artículo cinéfilo es en realidad un testamento electro-pop sobre el colapso del deseo en los márgenes del Chaco contemporáneo. La Segunda Parte estalla sin aviso como una granada oxidada: Mary Elizabeth cae desde un pliegue del espacio-tiempo directo en Subtrópico Profundo, un territorio quebrado por la distorsión térmica, el barro ácido y la violencia política. Es rescatada de una purga, escoltada por un escritor lumpen llamado Funes y enviada a una misión de sangre, memoria y exterminio. Acá ya no es actriz: es guerrera cyberpunk, una Juana de Arco viral, vestida con jeans cortados, Raybans inteligentes y un machete de cuero de carpincho. La Tercera Parte es un balazo de despedida: una carta suicida desde el corazón mutado de Funes, escritor cronista de una pasión imposible. Le escribe a Mary. ¿A la real o a la que está allá en Beverly Hills, o a la otra, la que se perdió en las calles de Crematus con una tumbera en la mano y fuego en los ojos?

Resistencia dejó de ser ciudad para convertirse en síntoma. Los muertos —funcionarios, poetas, tías— están volviendo. No en forma de mito: vuelven en carne, olor y trámite pendiente. Caminan por la peatonal con la piel rota, exigen jubilaciones, y cantan zambas al revés. Nadie sabe si vinieron a vengarse o a votar. En el centro del espanto está Fernando Funes, escritor en crisis crónica, que una mañana se despierta con olor a formol y una novela inconclusa clavada en el pecho. Lo acecha el Doctor Julio Cecilio Perrando, cirujano espectral y barón sanitario del más allá, obsesionado con recuperar el control del cuerpo urbano como si fuera un cadáver a intervenir. Junto a ellos, Mauricio Ferro, diputado young & peronista, busca surfear el Apocalipsis zombi montado en una estrategia electoral que combina exorcismo con pauta cultural. Entre pasacalles que dicen “VIVA EL MUERTO”, hospitales convertidos en templos, radios infestadas de murmullos y prostíbulos místicos, Ciudad Espectral narra el fin de la muerte como idea de orden. ¿Y si morirse fuera solo una forma nueva de estar en campaña? ¿Y si el alma fuera un expediente que vuelve en loop a buscar su firma final? Una novela húmeda, podrida, filosófica y profundamente política, donde la ciudad no es escenario: es cuerpo vivo, infectado, y militante.

Reality no es una novela: es un circuito cerrado donde la literatura muere una y otra vez en cámara lenta. Un experimento de vigilancia simbólica donde escritores fracasados —sobras sensibles del canon— son arrojados al ojo húmedo del espectáculo. ¿La consigna? Que se traicionen. Que se exhiban. Que sangren.
Cada capítulo tiene el olor de un baño público después de un festival. Hay barro, carne, sátira, dispositivos y superstición. Pero sobre todo: hay pulsión. Escribir acá es como tirarse en un charco con una radio prendida y ver qué dice la frecuencia del dolor. El reality es la casa. Pero también el espejo. Y también la lápida.
Si queda algo después de Reality, no es una moraleja, sino un temblor.
📎 TODAS LAS NOVELAS ESTÁN DISPONIBLES PARA DESCARGA GRATUITA
Escribir desde el Chaco, para el mundo, con un bidón de nafta en una mano y un pendrive podrido en la otra. Eso hacen Ae Germys y G. Moussa.
Y eso nunca será literatura. Y eso está bien.
Durante el 2025, las novelas inéditas del universo literario tropical irán apareciendo como cuerpos sudorosos recién salidos del archivo: una por una, a medida que se terminen de maquetar, corregir, exorcizar y aceitar.






