Quiero recordar a Marcos Misiaszek (1988 – 2020) por los muchos delirios literarios que compartimos. Lo conocí un taller multimedia de literatura de terror y ciencia ficción que organizamos con Literatura Tropical, en 2012. De esa aventura salió el único número de la revista Historias Tenebrosas; queríamos rendir tributo al género con una publicación barata, de cuentos “pulp”. Marcos escribió “Mis últimas palabras”, un cuento corto donde aborda la temática zombi, desde la perspectiva de una persona que sufre una transformación.
Marcos era muy fan del género, solíamos conversar de los tótems Poe, Lovecraft, King. Estudió Licenciatura en Periodismo y desarrolló una particular pasión por la lectura y especialmente por el género negro policíaco, tanto como escritor, tanto como periodista.
Su única primera novela publicada, Muerte blanca (2013), relata la historia de un asesino serial que asola las villas de Resistencia como un espectro siniestro de la condición humana. En 2014 participó de la antología “Cuentos tropicantes” que editamos con Literatura Tropical; su relato, “El hambre de la laguna negra”, es una historia lovecraftiana sobre unas entidades que habitan un lago putrefacto y a las cuales el protagonista, capaz una bestia semi-humana, alimentaba con cadáveres para poder contemplar los extraños colores que emergían de ella.
También ese mismo año, escribimos juntos “Cuando desperté mi pene no estaba allí”, un artefacto literario y una parodia escabrosa sobre extraterrestres y —ahora que lo pienso, también— sobre machirulos. En su último cuento publicado en la plataforma LT, “Trepanación” (2018), sobre la brutal práctica médica de agujerar cráneos con un instrumento quirúrgico en épocas prehistóricas, despliega una poderosa y tenebrosa imaginación enriquecedora del género.
Marcos también era vocalista de una banda de heavy metal. Tenía una voz potente sinigual. Una vez presencié uno de sus recitales y me preguntaba cómo diablos hacía para sostener aquellos largos alaridos guturales.
Con su proyecto periodístico “Bajo la lupa” se especializó en policiales. En La Alternativa, la radio online del Cecual, condujo durante muchos años la versión radiofónica para revivir casos policiales resonantes del Chaco. El año pasado, iniciamos un trabajo conjunto para editar su libro Chaco en tinta negra, como parte de la colección de libros de Literatura Tropical. Por la Macrisis, no habíamos podido publicarlo en 2019, junto con otros títulos que tenemos en cartera.
Este año habíamos retomado el laburo, y este sábado pasado, de hecho, teníamos una sesión de fotos para ilustrar su libro y comenzar a promocionar su difusión.
Marcos fue un gran amigo, un ferviente escritor y un profesional de la comunicación notable. Dos chorros, de dieciocho y otro de veintitantos años, lo balearon para robarle su moto con una pistola calibre .9 milímetros, cuando regresaba a su casa por San Martín al 2235 la madrugada del sábado 7 de marzo. Uno de los disparos entró por la zona del abdomen. Lo intervinieron quirúrgicamente pero no lograron estabilizarlo. Falleció producto de un shock hipovolémico refractario, a las 21.15 del sábado 8, en el Hospital Perrando.
Siento rabia y harta bronca por la trágica paradoja que injustamente selló su destino. Ni las muertes más escabrosas imaginadas en su literatura para los dos mierdas que lo mataron, nos devolverán la vida de Marcos.
Es hora de irme. Me esperan, relata el protagonista de “Mis últimas palabras” al final del cuento. Lo observamos marcharse, sin palabras ni abrazos que nos consuelen.
¡Te vamos a extrañar montones!
Hasta siempre, querido Marcos.
Alfredo Germignani
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Buena y generosa inquietud…gracias
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