Pasó casi medio siglo del hecho más brutal de la historia argentina contemporánea, pasarán generaciones, y nunca podremos terminar de procesar sus consecuencias. También por eso, por las heridas profundas que dejó en la sensibilidad, en la conciencia, en la memoria, de todos y de todas quienes lo vivieron, pero sobre todo de quienes sin haber nacido entonces, han recibido la carga emocional de sus impotencias, el golpe de estado cívico militar de 1976 debe ser considerado como la matriz en la que se renueva cada día el modelo de país neocolonial
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