En el corazón ardido del Chaco postindustrial, donde las antenas oxidadas apuntan al cielo como oráculos extraviados y la literatura ya no busca redención sino espectáculo, se alza Reality, una novela de la entidad espectral Literatura Tropical, que no teme embarrarse.
Ocho escritores fracasados, ocho residuos del campo cultural argentino, son encerrados en una casa comunista tropical para protagonizar un reality show que es más exorcismo que entretenimiento. El resultado: una bacanal de lenguaje, sangre, delirio místico y poesía ácida. Cada personaje es un arquetipo mutante de nuestro canon local: desde el Funesmortis reptiliano que devora pantallas con su verbo ungido, hasta Vera Gamorra, escritora qom trans que llega a incendiar el género y el género.
No es solo sátira. Es una evisceración. Reality se escupe en los límites del realismo, el progresismo tibio y la estética de autoayuda. Se codea con Tiqqun, pero se embarra con cumbia glitch, pastillas vencidas y cadáveres performáticos. Cada página es un plano secuencia de la decadencia cultural, con altoparlantes que repiten mantras como “la literatura no sirve para nada” y drones que registran en 12K la disolución simbólica del sujeto autor.
La novela hace carne lo que el algoritmo aún no puede procesar: que la escritura es una práctica liminal, entre la víscera y el artificio, entre el grito y el loop. Y si Gran Hermano alguna vez fue panóptico blando, Reality es una orgía de contradicciones tropicales, un libro que se ríe de la novela mientras la escribe con tripas.
No hay moraleja, pero sí una advertencia: si entras a esta casa, puede que no salgas igual. O puede que salgas convertido en el meme apocalíptico de tu propia autoría.



