La huelga, ¿y después? (II)

Por Carlos Davel Quirós

Después de la histórica jornada del 9 de mayo y el magistral ejemplo de ciudadanía protagonizado por la clase trabajadora argentina, conviene tomar en serio algunas enseñanzas. Está claro que el paro general fue un mensaje contundente y pacífico hacia el gobierno del saqueo y sus cómplices de las grandes corporaciones. También lo está, que el verdadero dique de contención al violento experimento social del anarco capitalismo lo protagoniza hoy la clase trabajadora organizada, que logra encolumnar detrás de las banderas nacionales al conjunto de los sectores del trabajo, la producción, el comercio, la cultura, la educación, y la salud.

Un tercer elemento de carácter estratégico quedó en evidencia respecto de las nuevas prácticas políticas que requiere esta etapa. Cuando la CGT planteó correctamente que la modalidad del paro era sin movilización, no faltó la dispersión en las ya confundidas filas de la militancia que preguntaban hasta última hora adónde tendría lugar la concentración. Dicha actitud, tiende a demostrar dos hechos, por un lado la necesidad de muchos espacios políticos de «subirse» a un protagonismo ausente post derrota electoral, y por otro, la no comprensión de la conducta de las bases sindicales, que saben de la progresividad de las medidas de fuerza.

Ante ello, se reafirma el principio que dice, «La revolución no será protagonizada en las redes«.

Las propuestas y actividades de esclarecimiento hacia el conjunto de la población continúan hoy y el día después de mañana, pero entretanto una lección sobresale de manera masiva y horizontal: «Es probable que los ataques del gobierno para confundir y dividir a la sociedad se vuelvan inútiles ante una militancia capaz de independizarse de los celulares, de las redes y de toda pantalla que difunde una realidad virtual«.

Empecemos de a poco, cada paso contra la adicción es un salto de autonomía y libertad. Para luchar es preciso «Leer, amar, vivir».

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