Por Carlos Davel Quirós
Un 1° de mayo con los números en rojo y oscuros pronósticos, pero en plena alborada de lucha y esperanza. No hay encuesta que tape el funesto resplandor de la crisis inventada y del sacrificio para nada.
Mientras la capacidad de compra de los argentinos continúa cayendo (tanto que en el Chaco las ventas en los supermercados fueron para atrás casi un 25% en febrero), y la actividad industrial en caída libre exhibe una baja del 6,8% interanual para el mismo mes, los salarios pierden por goleada frente a la inflación, en un promedio del 30%.
En la provincia, el desgobierno se ensañó con la clase trabajadora con un revanchismo similar al golpismo de 1955: estigmatización de movimientos sociales, despidos de contratados, prescindibilidad de empleados de planta, cierre de áreas del Estado y empleados desprovistos de ingresos y de obra social. Todo ello coincidente con los desmedidos aumentos para sus funcionarios y una ruinosa contratación de proveedores sin controles ni licitación.
Esta síntesis de la realidad local y nacional, no olvida la suspensión de la obra pública, y su significado para el desarrollo regional y para la masa de trabajadores de la construcción despedidos, mientras se celebra el agravamiento de un modelo productivo primarizado desde hace décadas, que expulsa a trabajadores rurales y pequeños productores, y avanza sobre el monte chaqueño.
Pero no nos engañemos, mientras los asalariados sufren encorsetados por sus ingresos, las empresas concentradas reclaman a su gobierno medidas paliativas para sostener la demanda que terminarían por desfinanciar al Estado. Para ello, al igual que en los 90 piden rebajas impositivas, eliminar cargas patronales y reformas de las leyes laborales (estas últimas incluidas en la nueva versión de la ley Bases).
No es casual que los dueños de las pequeñas y medianas empresas llamen a marchar junto a los trabajadores este 1° de mayo, unos y otros saben que la apertura de importaciones, el ingreso de capitales especulativos, y el interés extranjero por nuestros recursos naturales, impactan negativamente en nuestras posibilidades de desarrollo y de trabajo nacional.
El plan de lucha continúa y ya logró sus primeros triunfos. Ni bien comenzado el año, el paro de la CGT alertó que la clase trabajadora no estaba dispuesta a entregarse sin dar batalla. La marcha del 24 de marzo convocada por las organizaciones de derechos humanos y acompañada también por la CGT, junto con todos los espacios democráticos, sirvió para desenmascarar el embate de ultraderecha a favor de la dictadura del 76.
La Marcha Federal Educativa, tanto por su masividad como por la claridad en la defensa de la educación pública, dejó groguis a los voceros del gobierno, desde el presidente —en una caricatura de sí mismo— hasta sus trolls y panelistas. Este 1°de Mayo la clase trabajadora argentina, que ya lidera la resistencia al anarcocapitalismo, sostiene que “Ni el DNU, ni la ley Bases —estatuto legal del coloniaje y la quita de derechos— pasarán”.
La marcha del día del trabajador y el paro general convocado por la CGT el 9 de mayo, quedarán impresos en la conciencia nacional como el comienzo del fin de la depresión económica (caída de los índices de consumo, de producción, de empleo formal, de la construcción) y la reafirmación de que “No seremos colonia, porque la Patria no se vende, se defiende”.
