Bañado en sudor y viento chaqueño, “Palmeras Salvajes” crece como un ritual en cuatro actos: cada fragmento es un latido, un poema que se hace cine.
Bañado en sudor y viento chaqueño, “Palmeras Salvajes” crece como un ritual en cuatro actos: cada fragmento es un latido, un poema que se hace cine.