Los lacayos de Midas

Nadie lo podrá evitar. La iniquidad industrial y social ha caído sobre nosotros. No hacemos más que utilizar sus propias armas contra la sociedad que nos ha creado. Representamos el final de nuestra época, la calamidad para una civilización envilecida. Criaturas seleccionadas de la perversión social, oponemos la fuerza a la fuerza. Sólo los fuertes y los más aptos sobrevivirán. Usted ha pisoteado a sus asalariados esclavizados y ha sobrevivido. Los capitanes de la guerra han abatido, a vuestras órdenes, a sus obreros como si fueran perros en una veintena de huelgas sangrientas. Es por esos medios por lo que ha podido resistir. No censuramos esos medios ya que reconocemos en ella la misma ley natural y el sentido real de nuestra existencia. Pero, en este momento, se plantea la siguiente cuestión: dadas las condiciones sociales presentes, ¿quién de nosotros sobrevivirá? Nosotros creemos ser los mejor cualificado. Dejemos que sean el tiempo y las leyes naturales los que decidan sobre este punto.

Al mismo tiempo que escribía el cuento «Los Lacayos de Midas» [ fragmento ], en 1905, Jack London retaba a un selecto grupo de multimillonarios neoyorquinos que querían conocer al «fenómeno», un escritor famoso, best seller, y además comunista, tenía treinta años cuando les dijo en la cara: «El mundo confió en ustedes: lo han decepcionado y gobernado mal. Ustedes son unos incompetentes. Hace un millón de años el cavernícola, sin herramientas, con poco seso y sin otra cosa que la fuerza de su cuerpo, se las arregló para alimentar a sus vástagos y hacer que la raza sobreviviera a través de él. Ustedes, armados en cambio con los nuevos medios de producción, que multiplican la capacidad productiva de los cavernícolas en un millón de veces, son incapaces de asegurar a millones de personas la mezquina cantidad de pan necesario para sostener su vida física«.

De la misma época provienen sus textos más inflamados sobre la necesidad de una transformación revolucionaria: en la novela distópica El Talón de Hierro, London anuncia el triunfo de una oligarquía que se sirve de la clase media para aplastar a los obreros, y luego aplasta a la clase media, con métodos terribles. En esa novela, London predijo que «el talón de hierro» nos aplanaría durante tres siglos o más. Esto es posible. Al terminar la novela, el protagonista Ernest Everhard, afirma: «Perdimos esta vez, pero no para siempre. Hemos aprendido. Mañana la Causa se alzará de nuevo, fuerte, llena de sabiduría y disciplina«.

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