No habrá más cigarrillos ni chocolates ni condones en los kioscos.
Pronto nadie venderá alcohol: ni supermercados ni farmacias.
Enloquecerán. Sobre todo cuando despierten y las pantallas no iluminen, nunca más, sus caras.
A quien no mate el hambre la peste lo hará.
Y entonces, quienes sobrevivan buscarán en la antropofagia saciar el hambre y en la hematofagia apagar la sed.
Desencadenarán un extinction event y con ello un nuevo giro lingüístico.
Nuevos antropomorfos volverán a encender un fuego y miles de años después dominarán la tecnología.
Y evolucionarán, así, otra vez más nuevamente, esta vez sin dioses que les devoren ni luces que les encandilen ni jurisprudencia que le dé sentido a sus cuerpos.
Finalmente no habrá mitología ni tradición.
Podrán cambiar de sexo cuando quieran y tamizar culpas cuanto quieran.
Y alcanzarán la gloria con los actos más atroces, dando así sentido a las creaciones más perfectas.