La dramática vida de Mario Vargas Chota, el escritor pijudo

Mario Vargas Chota nació en Nueva Shork y ya a los 3 años recitaba poemas de T. S. Elliot. Pintaba un verdadero crac de las letras y en su adolescencia temprana y lejana se masturbaba con las páginas de la constitución de The United Estates of América, a la que consideraba como “la obra cumbre de la literatura mundial de todos los tiempos”. Vargas Chota, de controversial parecido al peruano Nobel de Literatura, no tardó en convertirse en una celebridad, vitoreado por la crítica especializada y asediado por mujeres adolescentes y hermosas y millonarias MILF, por títulos como La uva de las iras, Cien años de compañía, Las palmeras falaces, El mundo del fin de la guerra, Los polvos de la Tía Juliay su obra cumbre La vez que le encajé una trompada al puto de Gabo, no tardó en convertirse en el escritor más pijudo.     

El gran escritor norteamericano tuvo algunas confusiones ideológicas. Tal es así que Chota, en sus años mozos, si bien coqueteó con el zurdaje proto-globalizado, no dejó de pulular entre el caretaje neoyorquino, lo cual lo encumbró como un verdadero y consumado pelotudo. No obstante ello una vez, en ocasión de la entrega de los premios literarios «Quién La Tiene Más Larga», sacó su pene y se midió con otros escritores más o menos igual de pijudos, pero Vargas Chota haciendo uso de su temple literaria los fue peneando uno a uno, obteniendo no sólo el galardón mayor por sobre todos los otros penes escribidores, sino también consagrándose como el escritor con la pija más larga y encantadora.

En ese trajín, Vargas Chota desarrolló preferencias sexuales altamente polémicas y desafiadoras de las convenciones estatutarias. Tal es así que habiéndose volteado a su tía Julia, una verdadera bomba MILF, la abandona un puñado de años después para doblegar sexualmente a su prima hermana, con quien se casó y años más tarde, naturalmente, la abandonó por otra de mediana edad.

Chota recuerda en sus innumerables títulos, traducidos todos a más de 123 idiomas, sus citas clandestinas, sus trepadas de árboles, sus cogidas en el Puente de Bruklín. Si bien en la actualidad ya no la pone como en sus años dorados, suele jactarse de sus también incontables conquistas. “Yo siempre sentía la vida doméstica como una esclavitud, y me empomaba a la primera que pasaba, lo cual, obviamente, me generaba muchos inconvenientes”, confesó a RadioZ Vargas Chota, quien en su cumpleaños número 80, brindó una entrevista exclusiva a nuestra corporación mediática.

Los celos y los flirteos del legendario escritor con diversas mujeres, en torno a la longitud de su pija, contribuyó a socavar sus diversas relaciones y matrimonios múltiples. Vargas Chota se quejó en varias entrevistas del «tremendo rencor» y de los «insultos» de las mujeres que él fue dejando a un lado tras perder el interés por lo general después del segundo o tercer polvo. “No podés ser tan hijo de puta –dicen que le dijo una de sus ex esposa, la primera o la segunda–, te la cogías a la pendejita de quince años, que encima era tu prima, al lado de nuestra habitación matrimonial”.

Chota, pues, iba por la vida así, cogiéndose toda clase de mujer que se le cruzara por el camino, y dejando a todas ellas embarazadas de media docena de hijos, por lo que se desconoce, en la actualidad, la cantidad exacta de su prole alrededor del mundo.

En la entrevista exclusiva que brindó a RadioZ, Chota declaró: «Despierto curiosidad en cierta prensa amarillonga desde hace algún tiempo por el tamaño de mi pija, si ese es el precio que tengo que pagar por tener la pija que tengo, lo pago. Con resignación y con entusiasmo, la sigo poniendo«.

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