Del libro "Non Fiction" 

Luba Malun & Fernando Funes

A la memoria de J. L. Borges.   

 

Zumban las facas en la mañana primera.

Hay sol y hay palmeras bajo el sol,

se juntan el día y la batalla

cruenta, y la derrota yo, los otros.

Mandan los civilizados, los amos mandan.

Yo, que me crié en el barro y el matadero,

yo, José Custodio Moreira,

cuya voz proclamó el exterminio

de los salvajes inmundos, traidores

unitarios. De sangre y de sudor, manchado

el rostro sin arrepentimiento ni temor, altivo,

enfrento al Norte por mesetas doradas.

Como aquel cacique de la Pampa

que, a galope abierto y ensangrentando el llano,

fue cegado y tumbado por mi facón

donde un brillante río atesora mis vengados,

y así me levanto yo. Hoy es el comienzo.

La siesta y la selva y los pantanos

me reciben y me adoran. Oigo los trancazos

de la helada muerte que me busca

con mazorqueros, perros y hachas.

Yo, que a Manuel Vicente Maza degollé

por orden del Restaurador, que destripé

afrancesados y decapité a la luz de la luna;

sin embargo, me horada el pecho certero

una tristeza obscena. Al fin me encuentro

con mi destino conjetural, civilizador.

A esta centelleante mañana me llevaba

el camino recto único de mis pasos

que mis días endurecieron desde un día

de la niñez. Nunca entenderé

la recóndita clave de mis años,

la suerte de José Moreira,

el puñal que faltaba, la perfecta

traición que el Excelentísimo urdió.

En la profundidad matinal alcanzo

mi eternidad brutal frente al monte. Se abrirá.

Yo sé que se abrirá, y aguardo que así sea.

Manchan mis rodillas el lodo de la historia

que me destina. La traición de mi muerte,

el encargo, la carta, el comandante,

se precipitan sobre mí… Ya el primer golpe,

ya el duro hierro que perfora el estómago,

el ignominioso cuchillo en la garganta.