Del mito y el personalismo en el macrismo
Por Ariel Sobko
Como tĂ©rmino tĂ©cnico filosĂłfico <<mito>> designa en filosofĂa polĂtica contemporánea aquello que se opone a la democracia. Por ello es que los filĂłsofos hablan de una “potencia oscura del mito”, porque representa una amenaza siempre posible de desastre. En la actualidad, desde luego, el tĂ©rmino está dirigido a la derecha —el nuevo uso semántico fue concebido exclusivamente para señalar el carácter doblegado a las razones del hombre de la ideologĂa nazi— pero existen muchas maneras y hasta es muy fácil para nuestras sociedades caer en el mito. Esto es debido a que el mito no es exterior ni ajeno propiamente dicho a la democracia; conocida es la trayectoria de nazismo, modelo de la mayorĂa de las dictaduras latinoamericanas que se acaba —supuestamente— con el plebiscito a Pinochet de 1988. Ya sabĂa PlatĂłn que la estupidez del tirano podĂa aparecer en la democracia y que de alguna manera era su consumaciĂłn: “Y bien, amigo mĂo, Âżcuál es la gĂ©nesis de la tiranĂa?” —pregunta en la RepĂşblica—. “Es natural, pues —responde—, que la tiranĂa no puede echar a andar de otro gobierno que no sea el de la democracia, esto es, de la extrema libertad nace la esclavitud más plena y más atroz.”
Por otra parte, el personalismo polĂtico vehicula la idea disparatada de que un individuo puede realizar la potencia del gĂ©nero humano, y debe en consecuencia ser considerado <lĂder polĂtico>. Pero resulta que el liderazgo es una funciĂłn independiente de quien lo acciona, y está demostrado filosĂłficamente ya desde la antigĂĽedad que el hombre está separado de su potencia. La <persona> es el dispositivo más preponderante y fundamental en lo que lleva de historia occidente. Para el pensamiento emancipador actual, anarquista, libertario —o como se lo conozca—, la <persona> está calificada como “terrible dispositivo” [Roberto EspĂłsito], “su dispositivo (de la cultura) más implacable” [Giogio Agamben].
Pues bien, es fácil observar que la praxis y los elementos presentes en el escaso —por no decir redondamente nulo— discurso del macrismo, revisten claramente una condiciĂłn mitolĂłgica y personalista. Al no explicitar ni explicar los modus operandis de su plan o “modelo” (que no existe) de gobierno, al no anticipar los nombres de su gabinete ejecutivo, cuando, en el final de una campaña presidencial contradice discursivamente su comportamiento en el senado, y, sumado a esto, el Ăşnico anuncio que hace es el de una <devaluaciĂłn>, que implica la destrucciĂłn de la soberanĂa ciudadana por las potencias del mito, el desastre y los muertos: el macrismo funciona como máquina-mitolĂłgica-impugnadora-de-la-democracia.
Sobre el personalismo: ¿Qué creen ustedes? ¿Ser personalista como lo es Macri favorece el agenciamiento de las oscuras potencias del mito o lo obstruye? ¡Muy bien! ¡Son ustedes muy despiertos!
Para terminar, por supuesto que hay categorĂas para sintetizar toda esta bazofia: Macri es el nuevo modelo del personalismo mitolĂłgico en las sociedades del Espectáculo (por eso baila como un pelotudo) de la misma manera en que Menem (ese otro imbĂ©cil) en los noventa. ¡Puaj!: Si Menem fue el soberano frĂvolo, es Macri el soberano <<cheto>>, la Jovencita del poder.