El pasado 9 de julio, hartamente ofuscado por los últimos acontecimientos de caos y anarquía,ordenó a la Subsecretaria de Comunicación Oficialísima la redacción de un artículo conmemorativo, que él mismo se encargó de visar corregir muy concienzudamente, y mandó a publicarlo en el boletín de adoctrinamiento oficial La Voz de la Verdad. El propósito de
era enviar un mensaje claro y contundente, filo populista incluso, a toda la población tropicante, sobre aquellos valores soberanos siempre remasterizados para la fecha patria del 9 de Julio, fecha en que también, casualmente jugaba La Selección Nacional con La Naranja Mecánica en semifinales del Mundial de Brasil 2014. Funes, el periodista y escritor fracasado, me invitó a ver el partido de Argentina contra Holanda en su aburguesado departamentito de calle Laprida, donde montó todo el circo: un cañón pantalla de siete mil lúmenes, sonido cuadrafónico, picadita de jamón, queso casca colorada, salame, longaniza, chorizo colorado, cracovia, butifarra, y dos docenas de latitas de cerveza de medio litro, bien heladas. Cuando llegué, me recibió de la misma manera en que lo hacía siempre, asomaba apenas su mandibulada jeta con la puerta entreabierta, como si esperando que le diera una clave, que dijera palabras mágicas. “Dale abrí, pelotudo”, le dije, sacándome mis gafas de sol de ochentoso marco revival. Parsimonioso, Funes me dejó entrar. Ni bien puse un pie dentro de aquella covacha de tropicalíptico decorado, la baranda a marihuana inundó mis cavidades nasales. No fumaba desde la mañana temprano… Yo que siempre me fumo, lo sabe todo el mundo, tres velas, cuatro velas, cinco velas por día. Funes captó mis señales de humo y me pasó el faso que estaba pitando. Estaba en lo propio, cuando Funes se puso de golpe a sacudir en mi jeta la página número tres del boletín de adoctrinamiento La Voz de la Verdad, mientras me indicaba con ira el artículo de
. Yo retenía el humo del petardo. Nada más oportuno, pensé, para conocer bien una praxis política que cuando hablan de historia.
Naturalmente, pensé que Granse expresaría sobre algunos agentes, hechos y decisiones políticas, que considera coincidentes con las innumerables transformaciones que instaurase su Régimen Zoocrático Tropical, valiéndose de decretazos y tonfasos, con la escusa de cumplir con el rol del Estado, llevar paz social y seguridad a todos y cada uno de los ciudadanos tropicantes.
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